sábado, 13 de octubre de 2012


Los links anteriores conducen a 3 paginas web que abordan el tema de la explotación minera en La sierra de Perijá, Venezuela específicamente posee el 0,5% de las reservas mundiales de carbón y su extracción causa daños a la salud y al ambiente tales como las que enumero a continuación:
Cada tonelada de carbón que se extrae equivale a destruir aproximadamente 70 toneladas de bosque, agua y biodiversidad.
Contribuye al Incremento de enfermedades tales como la neumoconiosis afección respiratoria que puede matar al ser humano.
Aumento de 1 a 2,5 grados en la temperatura promedio de la zona y del estado Zulia,
Importantes sectores de la ciudad de Maracaibo quedarán sin agua al secarse los embalses de Manuelote y Tule que son los que surten de agua a la ciudad al ser taponados los ríos que llegan a los mismos para extraer el carbón depositado bajo sus lechos.
 La construcción de Puerto América por donde sacaran el carbón al norte del Golfo llevará a la muerte del lago.
Se destruirá una de las reservas biológicas más importantes de Venezuela y el mundo compuesta por más de 1300 especies distintas de fauna.
Se perderá más del 50% del agua dulce que llega al lago de Maracaibo.
En torno al tema se ha desatado toda una polémica comunicacional, el estado a propiciado la explotación carbonífera de la sierra de Perija en detrimento de los pobladores que por mas de tres mil años han ocupado estos territorios, los cuales determinan lo que podríamos llamar la cotidianidad de los pueblos indígenas, que por ocupar estos territorios están siendo: desplazados, perseguidos, expropiados, expoliados.
Las comunidades indígenas del occidente de Venezuela son grupos de desesperanzados, no pueden ni quieren ser insertados en un modo de vida que nosotros llamamos modernidad, pero que es totalmente ajeno y contradictorio para ellos, no entienden la supuesta lógica que los desplaza y destruye sus ancestrales asentamientos, lógica que si nosotros analizamos tampoco entendemos. Desde y alrededor de las comunidades indígenas construimos los pujantes desarrollos de la modernidad que los expulsa y violenta. Los muros que hoy son construidos para separar a los pobres de los ricos, en México, en Israel, en Argentina, en Brasil, son la constatación física del desprecio y el racismo, y tienen su representación alrededor de nuestros pueblos indígenas a los que se cerca e incomunica por indeseables, pero esta situación es también la expresión de la modernidad que ayudamos a edificar (con nuestros silencio cómplice y encubridor solo vemos en la indigenidad rostros peligrosos en vez de rostros atemorizados, rostros atemorizantes en vez de rostros suplicantes y confusos) ya no los necesitamos, y no queremos que formen parte de lo contemporáneo.
 Su historia es testimonio de la violencia que nosotros no hemos podido erradicar de nuestra sociedad, y esto es fácil de explicar como decía Walter Benjamín "Todo documento de cultura es un documento de barbarie". Debemos tomar conciencia de que la sociedad occidental esta fundada sobre escombros que nos permiten vislumbrar un pasado de sufrimiento, inequidades y barbarie, ¡SI! somos una sociedad bárbara, no somos como algunos erradamente preconizan producto del amor. Es parte de nuestra tarea histórica revertir esta situación. “El capitalismo y sus medios han ocultado precisamente esa violencia, y pretender hoy colocar la violencia de las comunidades indígenas, por ejemplo, como algo aislado y propio de sectores que no pueden asimilar los valores de la civilización, para un indígena esto es una aberración, que no obstante consumimos en productos periodísticos amarillistas, racistas, que mancillan la dignidad humana y la tan mentada autodeterminación de los pueblos indígenas”. Nos toca pues, ejercer una comunicación que visibilice sus raíces y pasado. Allí están los testimonios vivos en nuestras comunidades indígenas.
El capitalismo y sus medios, al borrar su historia, procede además a suspender en un limbo mediático las imágenes representativas de la sociedad indígena, sólo que despojadas de historicidad y así intentar invisibilizar sus ancestrales derechos. Los medios de comunicación y en esta oportunidad también se han sumado los medios públicos nos entregan una imagen abstraída de la realidad, con la cual fabrican lo que Benedict Anderson llamó la “comunidad imaginada”. Dejamos de conocer una historia para compartir una creada por los medios. Los medios heredan, prolongan, fabrican e impulsan la historia oficial capitalista que las elites burguesas editan con los hechos del siglo XIX y XX, cuando se definió el Estado-nación, la república, la modernidad, la democracia representativa, el estado de bienestar, el neoliberalismo. Ya entonces nuestros primeros pobladores eran nación, pero insistimos en invisibilizarlos, esta en nosotros alzar la voz y revertir esta tropelía.